El mar que separa mi cama de la
puerta
En mi habitación no queda ni una gota de poesía. Quizás la primavera, engañosa, se llevó a escondidas la nube de aurora boreal que acolchaba mi techo, dejando en su lugar una de cartón piedra, pintada con trazos rápidos, a oscuras; ya que robó también mis velas luminosas, olvidándose con las prisas una amplia amalgama de grises que bailan al jazz de un negro foco,
En mi habitación no queda ni una gota de poesía. Quizás la primavera, engañosa, se llevó a escondidas la nube de aurora boreal que acolchaba mi techo, dejando en su lugar una de cartón piedra, pintada con trazos rápidos, a oscuras; ya que robó también mis velas luminosas, olvidándose con las prisas una amplia amalgama de grises que bailan al jazz de un negro foco,
jugando a ser
tragaluz, pared y alfombra.
La humedad vomita, borracha, en las goteras de mis ojos, y empieza Abril con "aguas mil", mientras su ritmo
La humedad vomita, borracha, en las goteras de mis ojos, y empieza Abril con "aguas mil", mientras su ritmo
embiste contra mi cama, haciéndome dar vueltas toda la noche.
Y qué noche...parece eterna desde que Soledad
fundió
las bombillas de mi cara.
No es precisamente una manitas,
pero sabe calentar mi
cuerpo a base de insistir...
quizás es protagonista de esta historia,
y me dio
un narcótico en la copa que compartimos de madrugada,
para esposarme entre sus
piernas, ineludibles,
dueñas del oleaje de este mar.
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