sábado, 26 de agosto de 2023

Nu(i)dos del corazón

Nu(i)dos del corazón Tengo un mirlo herido acurrucado en mi alma, colmando de azufre mis arterias, muy despacito, con la cadencia en que se concatenan las estaciones. No puedo echarlo, su trino es ancla en las peores tormentas, un faro confuso, que a duras penas me impide naufragar. En sus ojos de obsidiana encuentro regueros de petróleo líquido que conducen mis pasos por senderos seguros hasta el mar. Cuando amanece, y un tibio fulgor anaranjado acaricia la selva húmeda y sombría que habita en mí, el mirlo grazna asustado, se revuelve con espanto, todo plumas, sangre y movimiento, y la selva le envuelve de nuevo con su arrullo tranquilizador para no oírlo llorar. Me asusta echarlo, que se vaya y yo me pierda en una selva sombría y silenciosa que me cuesta reconocer. Pero su lamento asustado levanta un vendaval, quiebra mi equilibrio , ausenta la luz, y torna cada vez mi alma en sentires más tenebrosos y más voraces. Lo tomaré entre mis manos, entre susurros y caricias, escalaremos hasta la copa de una palmera, y aún a riesgo de matarme le enseñaré a sanar, le ayudaré a recordar cómo volaba antes de perderse en mí. Entonces, la noche que despegue, dejará una estela tornasolada con tonos de umbría y de escarcha en el cielo estrellado. Será entonces, cuando su ausencia se lleve el miedo a perderle y regrese la paz, cuando yo volveré a dejar que la aurora bese esta selva sedienta, que palpita impaciente, salvaje, impertérrita, en su deseo por despertar. 26/08/2023

miércoles, 22 de febrero de 2023

Fénix de libertad

Aúllas, Mistral, viento del noroeste, ave de fuego, furia del invierno, canto que arenga un ejército de anhelos en mi alma. Lázaro desnudo, sacudiéndose el yugo de su sepulcro prematuro. Sobrevuelas la nieve, patinando en la aurora boreal que oteo desde la ventana de mi cabaña. Y yo, hipnotizado por tu gracilidad, me admiro ante tu aérea danza de vapor de hielo bajo un cielo gris oscuro. Tus ojos d carbón encendido me miran, y de un soplo mi estómago se encoge, la chimenea apaga sus ascuas, y el vendaval arranca de sus goznes las ventanas que me protegían del crudo invierno y de la realidad. El viento besa con violencia mis labios, el frío golpea mi cuerpo, tu aullido rebota en mis esquinas, ocupando todos los rincones de la estancia. Y entonces, todo se ilumina con el fulgor del un sol, al entrar tu cuerpo flamígero en la pequeña cabaña, una tormenta que baila sobre mi cuerpo, arrastrando una estela orgiástica de caos, rabia y amor bajo un edredón. Entre tal alagarabía, mi grito se escucha mudo de asombro y de terror. Mi vida se inconera, estallando en alegres llamaradas que al momento me arropan con su intenso calor. En ese momento te enfrías, y de tu antigua forma renaces humana, casi divina, desnuda y con botas rojas, danzando entre las cenizas y escombros en los que apenas puedo reconocer mi habitación. Me envuelves y bailo, y mi cuerpo ahora es humo que besa tu cuerpo, cubriéndote de caricias como un vestido. Una luna argéntea y hechicera besa tus labios, transformándonos en lobos salvajes. Y corremos, volando por las estrellas, con ojos de magma solar, sobre una estela helada, dispuestos a quemar otros refugios de cartón, de miedo y de tristezas.