martes, 22 de febrero de 2022

Quimera

Tu lengua bañada en el suave amargor del tabaco, tus piernas, deliciosas déspotas enredadas, declarando sin palabras el deseo universal, la poderosa voluntad de un alma de fuego. Me atrapa en tu pubis el sabor a flores silvestres, dulce néctar de los sueños, cálido naufragio atardeciendo frente al mar. Nos empapa un ritmo de oleaje en tus caderas. Tu silueta felina y oscura, cargada de placer, diosa de alabastro en la penumbra. Tu porte de altiva amazona, domando la torpe boca que era tu montura. Piel de fina seda, ojos de selva profunda, de rebelión, de hoguera, de oxígeno en medio del humo asfixiante que cubre de sombras la atmósfera. Y tu voz, llenando de calma el aire, cabalgando al viento que recorre el desierto que a día de hoy considero mi casa. Una melodía de cordura extrasensorial. Cómo no saber de tu lucha aún sin conocerte apenas, al verte extranjera en tu propia guarida. Cómo no intuir el abismo del que escapas ferozmente, fumando desapercibida entre los tejados. Cómo no adivinar lo férreo de tu espíritu, lo indomable de tu profunda libertad. Recorriste una noche conmigo a tu lado, como por casualidad. Inflamaste con tus alas atadas mi propio deseo de despertar. GRACIAS

Contrapunto (historia de lo que soy y lo que debería ser)

Musa extraviada: Lamento ser poeta, y labrar de las artes, la más oscura. Lamento ser esclavo devoto, autodestructivo, subyugado por vocación. Lamento el deseo ardiente de besar tus pies, en el suelo, ante ti. De ser tu trono, de rodear con mi lengua tus piernas, tan suaves y firmes. De escalar por ellas hasta el mismo Cielo, para laborar en tu cuerpo cual abeja, lamiendo el néctar que ocultas en tu flor. Lamento no desear los senos que se me presentan con ligera lujuria, ya que mi lujuria es hacer panal de tu cuerpo, y (siempre desde abajo) derretirte, y ofrecerte la miel cálida de tu propio placer como tributo. Lamento pues, al verte de repente, no sentir el impulso tiránico de empotrarte como a una yegua, hasta secar la fuente de mis placeres. Aunque busques en mi mirada, no es lo que quiero. Es tan duro no poder ofrecerte más que detalles sutiles. Devoción desgarrada. Mis horas bajo tu dulce peso, a tus pies, en eterno castigo por existir (yo, tan vulgar), en el mismo mundo, sobre el mismo suelo, que una criatura tan ardiente, tan hermosa. Eso he sentido en nuestra única mirada, cruzada apenas sin querer. Dolor por no poder desear complacerme en tu cuerpo, y olvidarte. Mientras el atardecer lo cubre todo a su paso, y las nubes se disfrazan con el humo de tus sueños, pienso lo difícil que es mostrarte lo que me has inspirado. Tan solo... ¿me dejarías admirar tus luces y sombras? ¿destellarme con tu figura de gata? ¿desvelar los misterios que envuelven tus días como un manto de estrellas y niebla? ¿Me honrarías mostrándome tus despertares? ¿Tu cama por las mañanas? ¿Tus piernas, cruzadas bajo la bata al tomarte el café? ¿Tu cuerpo, extendido en el lecho, perdido en la música de una noche de lluvia; la almohada que besa tus lágrimas; la ducha jugando en tu piel? O tu risa, acompasada con el sol en tus ojos. Eso quiero de ti, nada más verte. Mucho antes de enredarnos en los abrazos del deseo, en las llamas de tu colchón y en cada pequeño detalle de tu placer. 07/04/15 ArGoS