martes, 22 de febrero de 2022
Quimera
Tu lengua bañada en el suave amargor del tabaco,
tus piernas, deliciosas déspotas enredadas,
declarando sin palabras el deseo universal,
la poderosa voluntad de un alma de fuego.
Me atrapa en tu pubis el sabor a flores silvestres,
dulce néctar de los sueños, cálido naufragio
atardeciendo frente al mar.
Nos empapa un ritmo de oleaje en tus caderas.
Tu silueta felina y oscura, cargada de placer,
diosa de alabastro en la penumbra.
Tu porte de altiva amazona,
domando la torpe boca que era tu montura.
Piel de fina seda, ojos de selva profunda,
de rebelión, de hoguera, de oxígeno
en medio del humo asfixiante
que cubre de sombras la atmósfera.
Y tu voz, llenando de calma el aire,
cabalgando al viento que recorre el desierto
que a día de hoy considero mi casa.
Una melodía de cordura extrasensorial.
Cómo no saber de tu lucha
aún sin conocerte apenas,
al verte extranjera en tu propia guarida.
Cómo no intuir el abismo
del que escapas ferozmente,
fumando desapercibida entre los tejados.
Cómo no adivinar lo férreo de tu espíritu,
lo indomable de tu profunda libertad.
Recorriste una noche conmigo a tu lado, como por casualidad.
Inflamaste con tus alas atadas mi propio deseo de despertar.
GRACIAS
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