jueves, 17 de septiembre de 2015

Afluentes




Afluentes

Una saeta se abre paso hacia mi pecho,
y en la cuneta de mi insomnio
rompen, rojos, los demonios
que con alas revoltosas ocultan mi lecho.

Si supiera qué has hecho.
Cómo me olvido de mí
cuando al fin me conozco confeso,
con botas ensangrentadas
y la espada enterrada
en tu cuerpo maltrecho.

Si el antifaz de mis misterios a tus pies he arrojado
y el sombrero de mis delirios ha besado tu compañía,
cómo tan fría se encuentra mi alma,
mi noche, de blanco y negro vestida
y mis pasiones, helechos ardiendo,
deshechos de amarga ironía,
deshojándose en mi lengua, poeta de sequía.

¿Y si lo más preocupante es mi desvelo muriendo,
cuando el sueño vuela al hombre que anhelo,
que pervive en mi memoria olfateando, siguiendo
tu rastro de polvo de estrellas esparcido por el cielo?

Si el infeliz poema desgarrado,
si el acto noctámbulo inconfesable,
si el placer doliendo el dolor que place,
si el vagabundear en los ríos del pasado.

Si esta etapa es más plena y más gris,
y si mis penas se ocultan en raciocinios secos,
¿dónde humedecer el cáliz de mis alegrías
y el sangrar de mis desconsuelos?

1.5.14 ArGoS




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