miércoles, 9 de marzo de 2016

Una copa con la Muerte

En vez de aire, respiro arena.
Y el alcohol se agarra con fuerza
a mi conciencia, farfullando algo
a gritos, ruido indescifrable
que naufraga entre los engranajes
mal engrasados de este antro.

Me agarro a un clavo ardiendo.
Y esos ojos vuelven a invadirme,
impositivos, se clavan taladrando
el submundo de mi cabeza,
así como la tormenta embrutece al mar,
que exhala en mis playas la inmundicia
que revuelta se escondía en mis abismos.

Mi cuerpo es un nido de sal,
y se agrieta bajo tu presencia,
sobre tu ausencia, quizá por tu simple
existencia, mientras aúllo con rabia a la luna,
cantándole las mil y una verdades
que mi corazón jamás llegó a conocer.
No habrá silencio esta noche.
Pero me basta con danzar
al compás que la tristeza marca
con el pie, en una coreografía
de jarras vacías y cristales reflejando
rostros rotos, ajados por la propia vida.

Es blanca la antesala de la Muerte.
Y gorgotea la sangre que empapa
de vida sus vacías cuencas.
Es gris su calavera, violáceo su cabello,
cuando mis labios azules deciden besarla
en el frío contacto que ofrece un vaso vacío.

Oscilo sobre dos piernas que son hueso desmembrado,
El fruto de una rutina que arrojó mis restos a los perros
del callejón. Nunca olvido una traición.

Ni siquiera la mía.

9/3/16 ArGoS

No hay comentarios:

Publicar un comentario