domingo, 27 de diciembre de 2015

Soneto XXIV




Nocturno influjo de luna llena,
sabor a romances y aventuras,
tacto de seda impregnado en locura,
dos cuerpos abrazados en la arena.

Mientras la voz profunda del mar suena,
arrastrando el canto de un alma pura,
mis dientes desgarran sus vestiduras,
palpitan juntas dos almas en pena.

Nuestros labios se buscan con ansiedad,
con desesperación besan, muerden,
comparten la incertidumbre, el dolor.

Dime si en la cálida oscuridad
mis labios, que en tu cuello se pierden,
hallarán entre las llamas, amor.

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