jueves, 7 de abril de 2016

La Bruja



Ella es fresca como la fruta madura.
Despierta en el jolgorio de los jilgueros
y bebe del rocío su ducha de jazmín.

Seca sus alas, coloridas como la aurora boreal,
y el viento juega gozoso entre las suaves plumas.

Danza bajo el sol de Málaga,
dejando arder el ligero plumaje
en ascuas esmeralda y rubí,
azahar que se deshoja cada tarde
con el bostezo del mar.
Sus pies levantan la arena,
pintando el futuro incierto
al ritmo que imprimen sus huellas.

Entonces, a la noche, su piel es aceituna,
y sus ojos, embrujados farolillos,
me arrastran a su cama y a mi perdición.