sábado, 26 de marzo de 2016

Un tapiz de primaveras

Alzo el vuelo, y la noche es el espejo
sobre el mar níveo de mis suturas.
Una suerte de extraña criatura
cosida a retazos de reflejos.

Rozan mis dedos el tibio festejo,
retales de recientes aventuras;
mi cuerpo, y toda mi envergadura,
a un tiempo tan míos, a otro tan lejos.

En un sucio esqueleto me conformo,
y quedo cada noche al congelarme
expuesto a vuestros besos y agravios.

Estos tejen sueños en mis contornos,
germinan en mi alma al despertarme
las flores nacidas de vuestros labios.

26/03/16 ArGoS

domingo, 13 de marzo de 2016

Soneto XXV




RESUCÍTAME

El ruido me va calando fuerte, fuerte,
tronando y encharcando mi pecho,
jirón de nubes que cubre el techo,
marea negra sedienta de muerte.

Si abandoné mi alma a su suerte,
no quiera el mar alejarla gran trecho,
pues aunque llorando se fue, de hecho,
dejó tras sí un corazón inerte.

Son estos versos música vacía,
el canto al alma que no los escribe,
el eco del veneno que me inunda;

Aun no estando completo todavía,
mi mano ya, con angustia, persigue
el poema de esta noche profunda.

5/6/11 ArGoS

MUERTA ESTÁ, MUERTA




Si la suerte echada me condena
al agridulce desamor, purpúrea
melancolía, escarcha que abrasa,
¿ alternativa, acaso, me queda
a esa máscara, sonriente y pétrea
con la que unirme al eterno baile?

Quizá en medio de la noche, cansado,
esnife una raya de soledad,
abrazando, cobarde, Su cuerpo,
ritmo de una música del pasado,
que arrulla o masacra a su compás
mi corazón, marcado con Su nombre.

Bebiendo el vino de la poesía
en la esquina de una noche de invierno,
envuelto en besos viajeros del tiempo.
Brindar, honrando a una sombra impía,
viéndola en sueños, dormido viviendo,
( aún amándola, bajo el antifaz).

Marchito marido de la tristeza,
amante de la prohibida esperanza.
Pero, ¿y Ella? Muerta está, muerta.
Mas cierto que descansaré en vileza
si no bajo al infierno a rescatarla
o expulso su veneno de mis venas.

El vagabundeo del viento solitario




 Nace de nuevo la ilusión

con un llamativo destello
de libélulas nerviosas
jugueteando en el cielo nocturno.
Ofrezco, humilde y mudo,
sonrisas con ocultos significados
mientras mi mano cruza
el aliento que nos separa
con la palma hacia arriba.

Pero Ella es mármol,
tallada en los reflejos
y destellos que cubren mi mente,
aquellos que llenan de luz
el silencio que me envuelve
como una capa, cubriendo
mi buen corazón con un manto
de noche furtiva y mágica.

No sé si alguien comparte
lo vagabundeos que son viajes
o si nadie comprende
que este camino plagado de estrellas
no está hecho para hacerlo solo,
cuando resulta frío y oscuro
y su hermosura muere en mis ojos,
al no contemplarla acompañado.

Pero esta noche soy el viento
a quien nadie dio la mano.

4/1/12 ArGoS

NOCHE DEL RUBÍ LÍQUIDO



Agonía I

En este momento,
esta noche,
ríos de sangre
al morir la tarde,
feroz derroche
de un sentimiento.

Hoy voy a matar.
Siente el caer
del carmesí tibio,
dulce delirio
en que fallecer.
¿Vas a llorar?

Sirena mentirosa,
duerma tu canto
y sienta el dolor.
Marchita por tu amor,
o por sufrir tanto,
muera la rosa.

Miedo en tu mirada.
Mas no le temas
a este amante,
humillado ángel
al que incineras
por besar tus pisadas.

Moribundo espejo.
Si no puedo dañarte,
agonice mi voz.
Me diste una coz
por premio a adorarte.
Mi muerte te ofrezco.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Una copa con la Muerte

En vez de aire, respiro arena.
Y el alcohol se agarra con fuerza
a mi conciencia, farfullando algo
a gritos, ruido indescifrable
que naufraga entre los engranajes
mal engrasados de este antro.

Me agarro a un clavo ardiendo.
Y esos ojos vuelven a invadirme,
impositivos, se clavan taladrando
el submundo de mi cabeza,
así como la tormenta embrutece al mar,
que exhala en mis playas la inmundicia
que revuelta se escondía en mis abismos.

Mi cuerpo es un nido de sal,
y se agrieta bajo tu presencia,
sobre tu ausencia, quizá por tu simple
existencia, mientras aúllo con rabia a la luna,
cantándole las mil y una verdades
que mi corazón jamás llegó a conocer.
No habrá silencio esta noche.
Pero me basta con danzar
al compás que la tristeza marca
con el pie, en una coreografía
de jarras vacías y cristales reflejando
rostros rotos, ajados por la propia vida.

Es blanca la antesala de la Muerte.
Y gorgotea la sangre que empapa
de vida sus vacías cuencas.
Es gris su calavera, violáceo su cabello,
cuando mis labios azules deciden besarla
en el frío contacto que ofrece un vaso vacío.

Oscilo sobre dos piernas que son hueso desmembrado,
El fruto de una rutina que arrojó mis restos a los perros
del callejón. Nunca olvido una traición.

Ni siquiera la mía.

9/3/16 ArGoS