viernes, 12 de febrero de 2016

Cuatro caminos

Nos sentamos sin pensar
en el primer cruce que vi.
Cenamos bajo una farola
que se sonreía sobre nuestra utopías.

Inventamos juntos una historia
anclada a cada camino
que emergía de nuestros cuerpos,
cálidos de ilusión y de deseo,
helados de la calle.

Éramos tú, yo y la ausencia de nadie.
Un timbrazo revivió nuestra brújula,
avivó una llamada nuestra historia.

Y elegimos el único camino
que podíamos hacer unidos
bajo el enjambre de luces
que nos vio jugar en Madrid.

El rocío de la mañana

En el perfume agrio que arrastra el gusano de luz,
en el destiempo que pasa bostezando sin compás,
doy vueltas a este pequeño planeta gris humeante.

Y tu despedida ensangrentada me salpica,
me cubre, me ahoga en tu malestar.
No volaremos nunca más,
pues te envuelves en tu jaula de oro.

Maldito sea tu canto, malditas mis alas.
Fuiste el agua del rocío, mojando
mi lengua desorientada tras una larga noche
de invierno, tras mi vuelo por un cielo seco y frío.

Te vas con el alba, como un sueño.
Y yo te odio y te quiero.

Desapareces, prisionera del amanecer,
entre sus brumas y tus rizos nublados,
mas me dejas hechizado, cantándole 
a la noche, buscándote en su luna.

Irás a salvar la vida a otro nómada,
en otro durmiente rincón del mundo,
mientras yo te espero, y te añoro,
aleteando vagabundo por las azoteas
de esta ciudad vacía, llena de cascarones rotos.

12-02-16 ArGoS 

martes, 2 de febrero de 2016

Kilómetros de por medio

Arranco. El rugido tose
una negra pulmonía
bajo los haces de los faros.

Ronroneamos a las estrellas,
que observan expectantes, cómplices.
Y el vaho vuela, revitaliza
el aire moribundo y frío
que invade mi jaula de salvación.
Exhalo la humedad de mis ojos.

Salgo sin rumbo, acelero sin destino.
Rompo con el mundo.

Y ya nadie trata de imponerme
su idea de cómo debo ser.
Cómo debo sentir.

En la bruma de esta carretera,
simplemente soy.

Me reformo en la luna, en la silueta
de la sierra, en el asfalto pintado.
A oscuras siempre es más fácil
aparecerme y desapareceros.

El móvil se quedó vibrando en la mesa,
debajo de unas llaves que ya nunca
me invitarán a aquella asfixiante irrealidad.

01-02-16