domingo, 29 de noviembre de 2015

Tu vela en mi noche




Vivir para ser objeto de tu curiosidad,
caminando osado en pijama sobre un cable
de alta tensión, que cruza la noche lluviosa.

Huirme hacia dentro, buscarte hacia fuera,
deambular en el sentido precario y frugal
de mi vida, por estos cielos de grafito estrellado.

Atrapar tu silueta en mi retina,
destronar al gato en tu ventana,
y morir de obsesión por desmontarte.

Mil pedazos que compongan tu mapa,
noches insomnes deconstruyéndote,
y una sola sombra para encender tu vela.

Hasta que caigas sobre mi “yo” más líquido,
esparciéndome, demorándome, floreciéndome,
desfigurando mi “yo” ideal en el charco que una vez pisaste.

Efecto Venturi




Un sapo sobre mi pecho,
el último retazo de realidad;
los colores fundiéndose con olores,
los sonidos con sabores de colores,
y el tacto, liberado en mil direcciones.

Lo aplasto contra mi esternón,
mi cama no deja de dar vueltas,
y la gente es humo que se disipa.
Hace años, soñaba en dibujos animados,
coloridos, poderosos y plenamente vivos.

Hoy sueño en sombras grises, fantasmas,
miedo a vivir, sensaciones, pulsaciones.
La continuidad de antes es humo derritiéndose
en el cielo carmesí de mis sueños de ahora.

El sapo me aplasta, me protege,
y esconde mi alma del ojo ávido del huracán.
Echo un vistazo por encima de las sábanas,
y me pregunto si seré capaz, si quiero,
soportar otra embestida brutal de vida y muerte.

La droga es demasiado potente para mi cuerpo,
maltrecho, amoratado y prácticamente desangrado;
pero quizás una calada discreta y tímida, o un chute
en todo su esplendor, sean mi última oportunidad.

Me agazapo, salvaje y desesperado por la irrealidad,
y su mirada nebulosa expande en chispas mi salto final,
hacia el fuego fatuo que baila el camello en la oscuridad.
Todo lo que queda está en tus manos, último chute de vida.

domingo, 22 de noviembre de 2015

Tu fotografía




Al mirar tu fotografía
vuelven mis ojos a ver
recuerdos de inviernos y veranos,
conversaciones ocultas al anochecer.

Al mirar en tus ojos de avellana
sonríen mis labios al recordar
tantos días helados de frío,
tantos sueños que echamos a volar.

Al mirarte a la cara un día
y sentirte extraña y desconocida
se convirtieron en hielo las lágrimas
y lloró la bestia que en mi pecho dormía.

Tan grande parece el mundo ahora,
al no reconocerte en tu fotografía,
al sentirme solo y traicionado,
preguntándome si me recuerdas todavía.

Vuela tan alto como quieras,
escóndete en la noche, desaparece en el día
pero me encantaría poder mirarte
y hacerte reír, como antes hacía.


25/2/12 ArGoS